jueves, 29 de enero de 2015

Albóndigas de garbanzo con salsa de tomate


En mi infatigable búsqueda de recetas exentas de ingredientes de origen animal, me he topado con estas perlas en forma de albóndiga apetitosa.

Inciso: hay que ver cómo he cambiado el gusto por la comida. Hace un año, recuerdo comer cantidades industriales de proteína animal -¡pobres pollos maltratados!- y no me hacía la idea de hacer más de una comida en la que o hubiese una pechuga de pollo, un bistec, un poco de pescado a la plancha... Sin embargo, ahora sólo de pensar en comerme un super filete de ternera, como que no me seduce. Y no es que no coma carne (el fin de semana, por los compromisos sociales y familiares, son carnívora), pero un sólo ingrediente -¡chuletazo!- como que me parece muy pobre. Me he acostumbrado a la variedad de sabores y texturas de las verduras, legumbres, setas, (vamos, el rico mundo vegetal), que hacen de cada plato una pequeña obra de arte suculenta e irrepetible.

Pero volvamos a las sabrosas albóndigas de garbanzos antes de que pierda el hilo de esta entrada. Son una variante de la receta que aparece en el número 50 de la revista Cocina Vegetariana. Como siempre, he cambiado ingredientes por los que tenía en la cocina, a mi gusto. 

Ingredientes:
Un bote de 500 gramos de garbanzos cocidos
1 puerro picado
1 zanahoria rallada
5 champiñones gorditos troceados
10 aceitunas negras troceadas
1 chorro de aceite de oliva
1 cucharadita de azúcar
Harina de garbanzo para rebozar
Sal, pimienta, hinojo y comino molido al gusto

Preparación:
Poner en remojo los garbanzos y cambiarles el agua. Ese agua tendrá burbujitas y es la causante de las flatulencias ;) . Colarlos, ponerlos en un recipiente y triturarlos con la batidora añadiendo un chorrito de aceite.
Sofreír el puerro y el champiñón un poquito.

Añadir todos los ingredientes al puré de garbanzos y mezclarlo todo bien.
Dejar la masa en reposo media hora en la nevera.

Hacer bolitas y pasarlas por harina de garbanzo.

Freírlas en aceite muy caliente y escurrirlas en papel de cocina.
Y finalmente... ¡disfrutarlas!

En este caso las hemos acompañado de un sofrito de tomate y verduritas que ha sido una delicia.
Sin duda, un plato para chuparse los dedos, y una buena forma de comer garbanzos de manera diferente.